En el Steampunk existe un engaño –quizá bien intencionado, pero artificio finalmente.- que recurre directamente a nuestro sentido de la vista. Y si recordamos que el Steampunk posee en su composición, un considerable porcentaje fincado en los aspectos visuales, como es el hecho de la recurrencia de que sus comunidades –en la Red- tiendan a compartir imágenes etiquetadas como “Steampunk”, y mismas que pueden llegar a no serlo.
Les proponemos la lectura de este artículo, como una forma de allegarnos de algunos criterios tendientes a diferenciar aquellas imágenes relacionadas con los Paleofuturos, y aquellas alumbradas por los retrofuturismos.
Por: Esteban Zuniga
Paleofuturos vs retrofuturismos: miradas hacia atrás para saber cómo mirar hacia adelante.
Visión de futuro del 1901 Fuente: Paleofuture.com
Ahora parece que entremos lentamente en una fase de volver a vislumbrar el futuro con cierto asombro, pero la realidad es que desde los años 70 las sociedades occidentales vemos el futuro “muy negro”, esto es, distópico.
En el siglo XIX la visión y el diseño de futuros, o prospectiva, comenzaron a tomar cierta relevancia en aquellas sociedades en aras de la industrialización.
Futuros donde la ciencia y la tecnología tenían un rol importante.
Y sigue siendo hoy en día nuestra creencia que el progreso es igual a evolución social, y que sin tecnología y ciencia no hay dicho progreso.
Pero dadas diversas circunstancias, pasamos de las visiones futuristas utópicas y esperanzadoras del siglo XIX a las más distópicas y apocalípticas de finales del siglo XX. Hoy hablaremos del papel de los paleofuturos y los retrofuturismos someramente.
Una aclaración antes de continuar: cuando mencione palabras como “futurista” no me referiré a algún tipo de relación con la vanguardia del siglo XX, el “futurismo”.
Hablaré de las que se relacionan con las visiones de futuro, condición de evocar al futuro.
Paleofuturos
Bajo un montón de corrientes apocalípticas y distópicas en la cultura, de desesperación social por un presente que nos parece abrumador, y un futuro que no tenemos claro pero decimos reactivamente que no pinta bien, las imágenes futuristas de antaño nos crean diversas sensaciones como la nostalgia, la admiración, la hilaridad, el paternalismo hacia una sociedad que nos parece más inmadura, o la contemplación de cómo sus creencias y paradigmas se plasmaban en su propio ideal de futuro; y frases tipo “ay, si supieran lo que les hubiera esperado”
“¿Dónde está mi coche volador?”, “¿de verdad que esperaban que las mujeres siguieran así?”, “qué kitsch”, “ojalá esto hubiera pasado así”, y otros derivados.
Estamos hablando de los paleofuturos (una palabra compuesta por el prefijo griego paleo que significa antiguo, viejo), esos futuros obsoletos. Este es un neologismo o palabra nueva se ve que “inventada” por el académico y experto en este campo Matt Novak, que lleva el célebre blog Paleofuture de la Universidad Smithsonian.
Un blog en el que recopila mucha documentación sobre visiones de futuro hechas en nuestro pasado catalogada por décadas, y la mayoría son imágenes.
Poco a poco otros académicos, algunos de ellos historiadores, se unen al paleofuturismo, una pequeña tendencia de investigación en este campo.
Las visiones de futuro de antaño están tomando cierta relevancia en nuestra cultura, y conforman un pequeño trasfondo de cultura popular, incluso son patrimonio histórico.
Encajamos desde las típicas imágenes que salían en revistas, diarios, almanaques científicos y otras publicaciones, bellas láminas muy evocadoras que mostraban futuros proyectos tecnológicos (como por ejemplo la implementación de robots domésticos) o científicos (la exploración del espacio), pasando por artículos que solían acompañar dichas imágenes, de predicciones “dentro de 10-50-100 años”, novelas, cómics y películas de ciencia-ficción que claramente evocan a un futuro posible (es decir, el 90% de creaciones), hasta ciertas corrientes estéticas o artísticas que fueron afectadas por la obsesión por el progreso acelerado, como la arquitectura Googie de los años 50 y 60.
Nos explican no sólo como antes se veía el futuro, sino como se veían reflejados en su presente: vemos en los años 50 una incipiente sociedad consumista que cree en la infinita abundancia de recursos y la importancia del modelo familiar de dos generaciones (el padre trabajador, la madre moderna ama de casa que será la principal consumidora de productos tecnológicos como las modernas aspiradoras, y el par de hijos). Por poner un ejemplo.
Y algo muy interesante es que nos genera a algunos un extraño síndrome reflexivo-existencial, algo así parecido a cuando encontramos un escrito o un dibujo de cuando éramos pequeños y nos imaginábamos siendo bomberos, médicos, astronautas, o arqueólogos, y nos preguntamos muchas cosas:
¿Qué hubiera pasado si lo hubiera logrado? ¿qué he hecho con estos años de mi vida? o…
¡Suerte que he descubierto mi oficio!, quién sabe.
Como se tratan de imágenes colectivas, las preguntas que evocamos son muy similares pero enfocadas al colectivo.
Y esto nos conduce a nuevas preguntas dado el contexto del presente: ¿qué hemos hecho para llegar hasta aquí?, ¿habría sido posible otro futuro, otro presente? ¿dónde están nuestras ganas de soñar con máquinas fantásticas, con sociedades utópicas posibles?
Nos encandila la pasión que transmiten muchas imágenes, y nos acompañan a la nostalgia de sueños rotos de nuestra infancia, o a las ganas de recuperar la ilusión.
Suelen confundirse con los retrofuturismos, al menos es la palabra que muchas veces se le asigna a la imaginería futurista del pasado, pero como veremos, no es lo mismo.
Retrofuturismos
Llegamos a un paso de actividad más allá de los paleofuturismos, enraízado en esas emociones y reflexiones que nos generan las visiones futuristas de antaño. Se trata de los retrofuturismos.
Los retrofuturismos, a diferencia de los paleofuturismos, se dedican a reinterpretar el imaginario paleofuturista, a reimaginar futuros que nunca han sido, y a inspirarse de las espectativas de futuro, en clave creativa.Y redundando en la importancia de la etimología, retro no significa “vintage”, sino alguna creación contemporánea inspirada en algo del pasado.
Desde el diseño (el diseño industrial con la aplicación de la estética Streamline y Googie en aparatos eléctricos y electrónicos), el mundo visual (cómic, como el de Rocketeer de D. Stevens; ilustración) y audiovisual (series como la de Jim West y películas como la de Flash Gordon de los años 80, aunque si me permiten, el musical Rocky Horror Picture Show ya tuvo sus clichés en 1975), que es donde básicamente comenzó a gestarse el retrofuturismo más clásico.
Entre los años 80 y 90 aparecieron subgéneros literarios, y otras propuestas creativas, como el Steampunk o el Dieselpunk, que han derivado en movimientos culturales.
Citando el Steampunk, que actualmente es el movimiento más popular internacionalmente entre todos los retrofuturismos, es el retrofuturismo que evoca a la Segunda Revolución Industrial (1850-1910) y a la ciencia-ficción temprana de Jules Verne o H. G. Wells, a la ciencia y tecnología de entonces, y a la literatura fantástica y de aventuras victorianas.
El Steampunk es pues un caso excepcional seguido del otro citado, pues ha escapado de su origen literario y audiovisual para unirse a otras tendencias como un recreacionismo histórico “creativo” (pues no es un recreacionismo histórico estricto, como es obvio), el activismo contra la obsolescencia programada de forma secundaria a través de la creación, el Do It Yourself, o el cruce e inserción dentro del movimiento Maker (creando una filosofía de lucha activa y creativa por construir el futuro), que estos últimos casos aun se han quedado en su lugar de origen, EEUU.
Tanto el Steampunk como el Dieselpunk, que son los retrofuturismos más desarrollados, nos explican un interés popular por repensar el progreso, el pasado y en cierto modo el futuro, con la creatividad.
Al fin y al cabo, son sensibilidades derivadas de la sociedad digital en la que vivimos (idea que tal vez debería desarrollar más, pero ya comento que tiene que ver con el debate de humanos vs. tecnología y desarrollo sostenible).
Una máxima del Dieselpunk nos dice que “el peor crimen que (un dieselpunk) puede cometer es no contribuir con su propia visión del futuro”.
Es probable que vaya escribiendo más sobre el tema -spoiler- puesto que estoy en proceso de redacción de un libro -fin del spoiler- y me pique por escribir temas derivados si os interesan.
¿Sueñan con coches voladores y ovejas mecánicas?
Saludos a todos y gracias por visitarnos y compartir en su red social favorita.
Sitio Creative Commons.»
Link del articulo:
https://vidacotidianitica.blogspot.mx/2013/07/paleofuturos-vs-retrofuturismos.html
Mas información sobre los paleofuturos: http://elpais.com/diario/2010/12/17/tentaciones/1292613780_850215.html